lunes, 24 de febrero de 2014

PARTIDO correspondiente a la Jornada 21: FOIOS ATLETIC C.F. - C.A. CAUDIEL

La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí. En este mundo, el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable. A nadie da de ganar esa locura que hace que el hombre sea niño por un rato, como juega el niño con el globo, como juega el gato con el ovillo de lana. Bailarín que danza con una pelota leve, como el globo que se va al aire y el ovillo que rueda. Jugando sin saber que juega, sin motivo, sin reloj, sin juez. Es bonito sentir la levedad de la situación, la ilusión por hacer las cosas bien.
Pocos efectivos disponibles para la batalla. Semanas tratando de conseguir el máximo de cada jugador. Estar entre algodones no es una situación idílica. Es necesario recuperar efectivos. Se precisa del máximo de componentes de la plantilla para afrontar la competición con garantías. Garantías de conseguir el ansiado botín. Ya habrá tiempo de celebraciones a su debido momento. Es hora de trabajar.
Papeleta importante para los partícipes de la contienda. Conseguir la victoria en terreno conocido es la mejor baza para salvar los posibles obstáculos. El sol encandilaba la tarde del sábado. Quizá el viento exigía demasiado protagonismo, un viento que dificultaba cualquier tipo de juego aéreo.
Premisa importante: Arrancar como el anterior partido. Salir a esperar al rival no era una opción. Apretar al contrincante era la alternativa. Dominio aplastante del Foios. Frente un rival inferior, supo leer perfectamente el partido. Rápidamente se hizo el cacique del esférico y empezó a hilvanar jugadas largas de "toque" y "toque". Las primeras ocasiones claras de gol no se hicieron esperar demasiado. Llegadas con facilidad al área visitante. Pero quizás faltaba la última caricia al balón. Una jugada bien ideada desde la defensa hasta la delantera, permitía a Pelao llegar hasta el área del Caudiel y provocar pena máxima. Gol de Manolo, encargado engañar al portero con un sutil disparo. A raíz del 1-0 el cuadro blanqui azul se volcó más si cabe: en 2 ocasiones el balón golpeó la madera, balones que salían a escasos centímetros de la portería, etc. pero que no conseguía acabar perforando la red. En las botas de Andreu pudo estar el segundo gol, que estando a escasos metros de la línea de gol, y solo frente a los 3 palos, lanzó el balón por encima de ellos.
Monólogo local en la segunda mitad. El partido se animó notablemente para los asistentes que coreaban más diversión. Era necesario salir y conseguir un marcador más amplio. Ya en los primeros compases se vio que el Foios deseaba lograrlo. Una internada de Héctor, saliendo de la cueva para aventurarse entre un mar de jugadores de ambos equipos, hizo el 2-0. Llegando a 3/4 de campo rival, impactó con la puntera el cuero con tanta potencia que, haciendo un extraño, despistó completamente al portero que nada pudo hacer. Controlando el partido en todo momento, tocando el balón con solvencia, el Foios se agrandó a medida que las fuerzas del Caudiel se atenuaban. El 3-0 fue un claro reflejo de la superioridad. Una jugada trenzada iniciada por la defensa, donde prácticamente participaron todos los integrantes del equipo. Con relativa facilidad llegó el esférico a Pelao que dispuso de colocación perfecta para cruzar el balón a la salida del portero. El 4-0 se produjo prácticamente a escasos minutos del último. Balón perfecto desde la banda por parte de Fran León, cruzando el ancho del terreno de juego para ofrecer un balón en bandeja a Fran. Este impactó el balón con potencia, que fue a parar al brazo del defensa del Caudiel, provocando de nuevo el penalti. El colegiado no consideró pena máxima, y Borja con astucia, cazó el balón y consiguió golpearlo, con la fortuna de acariciar las piernas de Pelao para acabar en el fondo de la red. Por último el 5-0 llegó a escasos minutos del final. Un pase medido de Fran desde el vértice del área por encima de la defensa, hizo que Andreu obtuviera el premio al esfuerzo. Una vertiginosa vaselina a la salida del portero, previo control magistral, le bastó para deshacerse del guardameta y empujar la bola.
Victoria más que merecida de un equipo sólido que no mostró aparentemente ninguna fisura. Quizá la absoluta confianza dio paso a algunos errores, pero no llegaron a crear ninguna herida. Partido para coger autoestima, confiar en que todo es posible. Destacar que a pesar de la superioridad del Foios, nunca se pretendió dar una imagen burlesca hacia el contrario. La humildad es sinónimo de grandeza en una persona. Jamás se busca humillar a nadie y menos el trabajo de un conjunto de personas. El Foios siempre mostró en todo momento una actitud de respeto.
Dar las gracias como todos los partidos a los asistentes al campo. El día ayudaba a asistir al "estadio" y disfrutar de un buen partido. Gracias al Frente Pachuca por no cansarse de animar en todos los partidos. A la fotógrafa oficial que aunque no la nombremos siempre, se lo agradecemos constantemente. A la directiva, a la gente desinteresada que asistió, en fin, a todos.





Despedirme con una pequeña historia que encontré sobre el HINCHA DEL FÚTBOL:
"El fanático es el hincha en el manicomio. La manía de negar la evidencia ha terminado por echar a pique a la razón y a cuanta cosa se le parezca, y a la deriva navegan los restos del naufragio en estas aguas hirvientes, siempre alborotadas por la furia sin tregua.
El fanático llega al estadio envuelto en la bandera del club, la cara pintada con los colores de la adorada camiseta, erizado de objetos estridentes y contundentes, y ya por el camino viene armando mucho ruido y mucho lío. Nunca viene solo. Metido en la barra brava, peligroso ciempiés, el humillado se hace humillante y da miedo el miedoso. La omnipotencia del domingo conjura la vida obediente del resto de la semana, la cama sin deseo, el empleo sin vocación o el ningún empleo: liberado por un día, el fanático tiene mucho que vengar.
En estado de epilepsia mira el partido, pero no lo ve. Lo suyo es la tribuna. Ahí está su campo de batalla. La sola existencia del hincha del otro club constituye una provocación inadmisible. El Bien no es violento, pero el Mal lo obliga. El enemigo, siempre culpable, merece que le retuerzan el pescuezo. El fanático no puede distraerse, porque el enemigo acecha por todas partes. También está dentro del espectador callado, que en cualquier momento puede llegar a opinar que el rival está jugando correctamente, y entonces tendrá su merecido."






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